Con la marca de los Stones (César Pradines-
Diario La Nación - Domingo 4/11)Presentación de Friends With Privileges , con Bernard Fowler en canto, Ramiro "Pilo" Gómez y Gonzalo Lattes en guitarras; Omar Serna en teclados, Zorrito Quintiero en bajo y Carlos Sánchez en batería. En La Trastienda.
Nuestra opinión: excelente
No estuvieron los Stones, pero fue como si hubiesen estado. El público deliró con el concierto que la primera voz del coro del grupo inglés, Bernard Fowler, hizo en La Trastienda. Una cantante de enorme talento y una voz dúctil y potente.
Fowler presentó su disco, Friends With Privileges , una interesante variedad de funk, algo de hip-hop (sólo a modo de merodeo de alguna melodía) y rock en estado puro junto con un elegido puñado de temas de los Stones, con los que consiguió desarrollar un show devastador en términos emocionales.
El público cayó entregado al talento de Fowler a poco de comenzado el concierto. Los tres primeros temas fueron de su disco solista. Un potente funk abrió la noche y su voz no necesitó tiempo para acomodarse; ya en la primera vuelta del tema sonaba con una presencia notable. La banda que evidenció ajuste mostró la necesaria soltura para acompañar al cantante.
Al funk le siguieron dos temas de rock, compuestos por Fowler y en los que exhibió una interesante concepción de los arreglos que sonaron originales. Sin embargo, cuando Pilo Gómez comenzó con la introducción de un tema reggae que terminó en "Hey Negrita", el recinto se soltó y el espacio cobró vida. El auditorio conocía todas las letras y Fowler aprovechó tanta sabiduría para interactuar con el público y el concierto empezó a tomar el camino de una fiesta. Le siguó un rock, también de los Stones, "Beast Of Burden", donde aparece el mensaje machista, tan presente en las líricas del grupo. El público corea con el cantante "Nunca seré tu bestia de carga" y la letra cobra una dimensión de sentencia.
Como si fuese poco, Fowler arranca una versión de "Wild Horses", con una entonación más arriesgada, no tan derecha y la música parece envolver al local. Todo es Fowler, todo es stone.
El grupo sonó de manera impecable; ajustado, con swing, sin caerse y con una convicción que le permitió al cantante exigirse y lograr así un show histórico, porque este primer encuentro entre Fowler y el público argentino es irrepetible, por las condiciones incluso en que llegó este cantante, invitado por un grupo de músicos y amigos que hicieron que este encuentro fuese como un sueño realizado y eso se transmitió desde el escenario. Todos juntos en el mismo barco y el concierto fue una maravillosa experiencia.
Algo más del material del disco de Fowler, como una hermosa balada, en la cual lució esa ductilidad para manejar su voz y el ánimo del público y de pronto "She s So Cold", un rock que tiende a arengar y así seguía creciendo la relación del público con el cantante y un final con uno de los mejores blues modernos "Red House", tema que podría ser de Hendrix, al menos, él lo hizo famoso. La intro la hizo Gonzalo Lattes y la sección pareció explotar en la entrada. Fowler hizo este blues como si fuese lo último que cantase en su vida. Todo sentimiento, arriba y abajo del escenario y se fueron.
Volvieron con "Hand of Fate", Fowler habla de problemas con mujeres y un ex marido celoso y un asesinato y remata "He shot me once, but I shot him twice". El público se siente parte del problema y canta con el artista "But I shot him twice" y el final con "Jumpin Jack Flash" y a estas alturas todos somos Mick Jagger.
Es indudable que la música es una de las expresiones de la existencia de Dios y este concierto, que surgió en una sobremesa, es una prueba de que los sueños se hacen realidad. Pradines, no puedo estar más que de acuerdo con vos... :wink: