Si hay algo que me olvidé contarles fue que tanto en París como en Lyon, es que vi mucha gente joven, también mucha gente bastante mayor, y alguna gente con niños, me pareció una verdadera fiesta intergeneracional la pasión por los Stones, todas las décadas desde chicos con menos de 10 años años hasta algunos con más de 60, repito una verdadera fiesta, conmovedor realmente. Esto lo encontré diferente a los conciertos vividos en Argentina, donde el porcentaje de jóvenes es abrumador y los más veteranos pasan desapercibidos pues son minoría.
¿Me explico? Uno va al campo en Argentina y hay pogo, agite y agite, público muy joven. Uno va al campo en parís o Lyon y mira para adelante: un señor de 45 con un chico de 7 en sus hombros, mira a su izquierda chicos y chicas de veintipico, mira a la derecha, una pareja de cincuentones, mira para atrás y ve una especie de Keith Richards con más de 60 años todo tatuado, pelo canoso atado.
Son momentos en los que nos damos cuenta la grandeza de esta banda, son una música que no tiene fronteras, ni de edad ni de país, ni de raza, de nada, simplemente son universales, atemporales y por supuesto hace mucho tiempo están más allá del bien y del mal. Que además de todo siguen llevando la antorcha y mostrándole al mundo hasta dónde se puede.
¿Si tuviera que sintetizar lo que me dejaron los Stones en estos recitales de París y Lyon?
Pues, una vez más......... una lección de vida.
Saludos.