Diario la Razón
Rolling Stones
El Calderón vibra con sus Macarras Majestades
La espera de un año, según sus incondicionales, mereció la pena. A estadio casi lleno, los Rolling Stones se metieron al público de Madrid en el bolsillo. Ya sólo les queda El Ejido.
PEDRO CALVO Nada de Satánicas Majestades. Nada de tan manido y lametón topicazo. Sí, todo está ahí, sí: de macarras realezas, macarras realidades. Da igual el dinero y los años, el saber y el arte que hayan acumulado: The Rolling Stones es la banda macarra de rock n´roll por excelencia. No hay parangón, se llore como se llore. Aparco en el asiento de atrás las historietas de cocoteros y geriatras, el culebrón del abuelo Cebolleta. «¡Y vamos al turrón»!, que decía mi llorado Fary. EN EL CIELO Estuvieron los Stones en Madrid donde no era menos de esperar: en el cielo. Empezaron –traduzco literalmente– con «Enciéndeme» y continuaron con «Vamos a pasar la noche juntos». Un Mick Jagger satisfecho pronunció las palabaras mágicas: «Estamos muy contentos de estar aquí finalmente». «Oh, sí, ella está tan buena y es tan jodidamente fría...», gran canción, como el público madrileño. El estadio –es guasa– no se llenó del todo: faltaron únicamente tres o cuatro asientos libres, los de Robert Johnson, Ray Charles, Hunk Williams, James Brown, Elvis Presley... Así es la vida. Y mucho más para este pedazo de mito viviente que lo tiene claro: «No siempre puedes tener todo lo que quieres. Pero si lo intentas puedes tener todo lo que necesitas». Y sonó «Rollin and Tumblin» de aquellos tiempos de renacimiento planetario en los años 70, cuando estaban exiliados en la calle principal. No vinieron a actuar por primera vez a España –a la plaza de toros Monumental de Barcelona– hasta 1976. Lo habían prometido y cumplieron: «No actuaremos en España hasta que haya desaparecido el dictador». Hoy los tiempos son otros, porque no paran de cambiar, y parece que recordar es pecado mortal. Salieron los Stones al centro del estadio en ese mini set de compromiso sincero de cuando eran una banda de rock de garage y garito. Las pantallas estuvieron apagadas durante ese tiempo porque «sólo es rock n´roll pero nos gusta», por «Satisfacción». Por respeto a que ni la más grande tecnología de la historia pueda empañar lo que es el rock. Una música tan esencial y conmovedora del siglo XX y venideros como lo son el blues, el jazz o el flamenco. IMPREDECIBLES Mick Jagger es la perra que ha sido siempre. Keith Richards es el mismo pirata que arruga y tira el paquete de tabaco vacío antes de entonar «Happy». En Madrid se sacaron una espina «clavaíta» en el corazón». Cualquier artista sabe y sufre que lo peor que le puede pasar es tener que cancelar un concierto. No se les vio flaquear, ni racanear. No siempre se puede estar a la misma altura, pero un concierto de los Rolling Stones es algo fuera de todo lo predecible. Esta crónica les llega a ustedes por gentileza del Bar San Ildefonso, que me dejó conectar el ordenador a la red cósmica, cuando se le acabó fulminantemente la batería. Salud.