Los Stones llenan Montjuïc de rock sucio y un espectáculo imponente
1. • El conjunto británico se reconcilió con el público de Barcelona tras la cancelación del año pasado
2. • El escenario se transformó en un increíble infierno tecnológico con el tema 'Sympathy for the devil'
El mítico cuarteto --en la foto, Mick Jagger Keith Richards y, al fondo, Charlie Watts-- demostró que es la banda de rock and roll más importante del mundo. Foto: JOAN CORTADELLAS
El mítico cuarteto --en la foto, Mick Jagger Keith Richards y, al fondo, Charlie Watts-- demostró que es la banda de rock and roll más importante del mundo. Foto: JOAN CORTADELLAS
Mick Jagger se deshace de la americana, anoche durante el concierto de los Rolling Stones en Montjuïc. Foto: JOAN CORTADELLAS
Mick Jagger se deshace de la americana, anoche durante el concierto de los Rolling Stones en Montjuïc. Foto: JOAN CORTADELLAS
RAMÓN VENDRELL
BARCELONA
Frank Miller acuñó con Batman. The dark knight returns (1986) un nuevo patrón de superhéroe caracterizado por el conflicto interior y un halo crepuscular en el que los Rolling Stones encajan a la perfección. Son tótems de una era acabada y lo saben. Y ni su estricta política de opacidad oculta que la vida privada de algunos de ellos dista de ser envidiable y que entre los miembros del grupo hay la misma unión que había entre las repúblicas de la ex-Yugoslavia. Pero en cuanto salen a un escenario tiran de orgullo y profesionalidad para reivindicarse por enésima vez como la mayor banda de rock and roll del mundo. Eso hicieron anoche en el Estadi Olímpic durante dos sucias y espectaculares horas que empezaron con Start me up y acabaron con Satisfaction.
Ya con el primer número se hizo perdonar el grupo los tres plantones que dio al público español el año pasado. Plantones que, empero, dejaron el recinto a varios miles de entradas del sold out a pesar de que solo salieron a la venta 42.000 boletos. Pelillos a la mar. Imposible no sentir simpatía por los baqueteados superhéroes en cuanto Keith Richards disparó un riff crudo y desaliñado hasta decir basta. Y en cuanto Mick Jagger activó la función rabo de lagartija, que ya no abandonaría hasta el final de la velada, no tanto para presumir de forma atlética como para transmitir energía al respetable. Las sonrisas entre admiradas e irónicas que Richards y su compinche Ron Wood cruzaron con motivo del centelleante arranque de Jagger certificaron que los Stones iban a ser una pandilla que se reencuentra.
Let's spend the night together, Rough justice (de A bigger bang), Rocks off, una versión de Ain't too proud to beg, popularizada por los gloriosos Temptations, Streets of love (la segunda y última pieza de A bigger bang) y un Midnight rambler de aúpa y con un Jagger arrebatador condujeron a un homenaje del combo a James Brown, el campeón del frenesí escénico de quien el cantante aprendió buena parte de su repertorio de movimientos. Los Stones aman la música negra que les amamantó y no podían pasar por alto la muerte de Mr. Dynamite el día de Navidad del 2006. Para él fue I'll go crazy.
Tras Tumbling dice Jagger presentó a todos los músicos de la formación. Los viejos cómplices Bobby Keys (saxofón), Darryl Jones (bajo) y Lisa Fisher (voz) fueron aplaudidos casi como si fueran stones oficiales.
RICHARDS, FACTOR CAOS
Richards, un irresistible factor de caos en un espectáculo superprofesional, cantó como pudo You got the silver y I wanna hold you. Si la deconstrucción en clave ora minimalista, ora abstracta, ora bárbara a la que sometió su estilo con la guitarra es intencionada, esto es artística, la deconstrucción de su manera de cantar es causa sencillamente de la devastación.
Hubo ahs y ohs cuando con Miss you una parte de la tarima avanzó entre la concurrencia con el núcleo de la banda encima hasta el centro del Olímpic. Allí interpretaron Respectable, It's only rock and roll y Honky tonk women, con la que la balsa regresó a la nave nodriza. Un golpe de efecto ganador al que siguió otro que acabó de rendir a la parroquia. El escenario se transformó en un palpitante infierno tecnológico para Sympathy for the devil. Momento antológico. Remataron con Jumping Jack flash, Brown sugar y Satisfaction. Ningún grupo de estadio suena tan orgullosamente guarro. Bravo.