La solucion es educar a nuestras futuros herederos...a mi viejo no le gustaba el rock ni a cañonazos pero me enseño a disfrutar del buen jazz...hoy su coleccion de LP de jazz tradicional es de lo más valioso que tengo...tengamos fe en nuestros sucesores que la musica clasica de la segunda mitad del siglo XX (y esperemos que abarque un buen cacho del XXI) no morirá jamás.
Tendrían que ver a mi hijita de dos años saltando en la cocina viendo a Mick en Copacabana.
Otra solución es crear un museo banquetero, eso sí itinerante y que cada uno de nosotros con tesoros de coleccionista tenga una vitrina ( en algunos casos, una sala entera) a su nombre.