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Fuente: Clarín, domingo 7-9-03
LOS STONES DE ANTOLOGIA
La reedición de 19 compactos de la banda que realizó hace un año el sello Universal se lanzó en el país.
El 29 de Abril de 1963, unos jovencísimos Rolling Stones firman un contrato con Andrew Loog Oldham, el publicista que los ayudaría a moldear la imagen de "chicos malos del rock & roll". El 6 de diciembre del 69, Meredith Hunter, un fan teenager y negro de los stones, muere acuchillado por Hells Angels. Mientras tanto, en el escenario del Festival de Altamont (California), Mick Jagger escupe las estrofas satánicas de Simpatía por el demonio. Lo que al principio fue una mera estrategia de marketing antibeatle y luego un coqueteó con el lado oscuro y salvaje, desembocó en la realidad de la muerte ("el tercer stone", Brian Jones, murió de sobredosis en julio del 69), que es, poco antes de arrancar los 70, la muerte de la utopía hippie, el hedonismo colectivo y aquello de "paz y amor" y flores a la policía. En ese período en que terminan pidiendo un refugio (ah, la "paranoia épica" de Gimme shelter), se fueron cosechando las canciones de los 19 compactos que reeditó el año pasado el sello Universal y este mes se lanzaron aquí. La discografía se remasterizó mediante el sistema DSD (Direct Stream Digital) donde las mezclas suenan más nítidas y los sonidos con más brillo y relieve. Los álbumes remasterizados, no son los ingleses sino los norteamericanos. O sea: Englands Newest Hitmakers(64), 12X5 (64), Now! (65), Out of our heads (65, trae la monumental (I can't get no) Satisfaction), Decembers children (65), Aftermath (66, primer álbum firmado íntegramente por la dupla Jagger — Richards), Between the buttons (67), Their Satanic Majesties Request (67) y el par de imperdibles Beggars Banquet (68) y Let it bleed (69), ambos producidos por Jimmy Miller, el hombre detrás de lo mejor que nos legó "la más grande banda de rock & roll".
En el paquete hay 2 discos en vivo de la época. Uno es Got live if you want it!, un disco arrebatado y abatatado, donde Under my thumb suena casi hardcore (y sin esas marimbas que deletrean el riff innecesariamente). Y las chicas del público, cómo gritan, cual mar de gaviotas que se disuelve entre los platillos y la estridencia generalizada (la histeria femenina como instrumento es también usada en I' m moving on de Decembers children y I'm all right de Out of our heads). El otro es Get yer ya — yas out! que condensa dos conciertos en el Madison Square Garden (NY) del 69. Considerado uno de los mejores discos de rock en vivo de todos los tiempos (cuando aún no había aparecido How the west was won de Led Zeppelin, claro), el álbum documenta la electrocución de una banda capaz de entrar en trance durante una larga sesión de Midnight Rambler.
El resto de las ediciones une grandes éxitos y compilados de simples cuya redundancia sólo es aceptable para fan con dinero. Si hay que gastar, mejor ir directamente al triple Singles Collection — The London Years que demuestra la productividad y creatividad en formato 45 RPM de esta banda que, en este aspecto, sólo fue emulada por The Smiths en los 80. Las canciones se reiteran en compilados como Hot Rocks 1964 — 1971, More Hot Rocks (hoy con tres bonus: una versión inédita en cd de Poison Ivy, Everybody needs someone to love y I' ve been loving you too long), Flowers, Big Hits (High tide and green grass), Through the past, darkly y Metamorphosis (por primera vez en formato compact).
Este último contiene la sugestiva panorámica urbana de (Walkin' thru the) Sleepy City, además de I'd much rather be with the boys, una canción esencial para entender de qué va la tan mentada misoginia de Jagger (la que llega a su climax en Bajo mi pulgar, donde canta sobre domar a una chica como si fuera un gato siamés). Harto de que las mujeres lo hagan sufrir, el protagonista prefiere estar con los varones de su pandilla. Las primeras versiones stone de originales firmados por Chuck Berry, Beatles o Willie Dixon testimonian con su atropello punk la ansiedad del machito adolescente que se niega a comprender que las chicas no son cosas descartables.
Otra comprobación al repasar estos discos es cuánto de solipsismo y nihilismo había en los Stones de los 60. Por más que tomaran nota de la psicodelia en el 66 y el 67, no hay en los Stones nada de "eternos campos de frutillas" sino paisajes entre medievales y futuristas, existencialismo de astronauta perdido o simplemente lejanía, frío y soledad. Y, sobre todo, las ganas de que todo estuviera pintado de negro. Tampoco se sumaron al otro camino juvenil del momento: la militancia política. En La sal de la tierra, su visión de la clase obrera es bíblica y ominosa así como la identificación con El hombre que pelea en las calles tiene más encarnación en el sonido que en el mensaje. Las sensaciones que chumbaba Jagger en la escalofriante Jumpin' Jack Flash del 68 son las mejores descripciones del ruido y el grito que les tocó hacer a los Rolling Stones mientras los 60 prometían un mundo mejor. Ellos fueron el téster de violencia de toda una generación que decía buscar paz y justicia.
