Memorias de un Fan Hardcore Pt. 1
El Show
Estaba en la barra de un bar, disfrutando de excelente compañía femenina y de una cerveza Guinness (fría como la muerte, amarga como la vida y negra como mi alma), preguntándome si existía un mejor lugar para estar. Entonces recordé que en unos instantes estaría en un concierto de los Rolling Stones, no sé si fue una lágrima o una sonrisa la que me despertó de mis reflexiones, y como no siempre se puede tener lo que se desea, me tuve que ir al concierto sin la chica y sin la cerveza.
Afuera de la arena el ambiente de fiesta era grande, mujeres hermosas empacadas en largas limosinas, parejas cóncavas y convexas, el padre, el hijo y el abuelo filtreando con la madre, la hija y la abuela de alguien mas, motociclistas y camioneros intoxicados de kilómetros, todos jugando sus juegos como en un pasaje bíblico.
El calor adentro de la arena era el de la carpa de una banda de gitanos, una mezcla de sonidos de bolsa de valores, brindis y saludos inundaban el lugar.
El acto inicial paso con más pena que gloria.
Todo mundo estaba arrancándole una tajada a la memoria, pagándole tributo a la mercadotecnia, llenando bolsas de plástico con recuerdos, bebiendo y ligando.
El recinto que albergaba al ejército de técnicos, a mil kilómetros de cables, a varias toneladas de acero, a los empaques circulares de luz instantánea, a los megawatts de potencia, se había convertido para esos instantes en Tierra Santa, cada cual a su manera, mataba los minutos previos a la ceremonia.
Un hermoso telón/espejo que creaba la ilusión de infinito representaba a la audiencia expectante e impaciente.
Con la precisión y puntualidad de un lanzamiento espacial comenzó la guerra de decibeles.
Start Me Up fue el primer bólido de la noche: devorando el tiempo avanzaron los Rolling Stones, colgándose una vez mas y para asombro de todos sus detractores la medalla de la mejor banda de rock sobre el planeta. It´s Only R&R, Shattered, Tumbling Dice llenaron el ambiente con la nostalgia de los años pasados, pero con la fuerza intacta y el corazón latiendo a 1000 RPM. Oh No, Not You Again y Rain Fall Down parecían viejas tonadas conocidas, R&R y Funky para arañar las paredes con lascivia y pecado.
Ruby Tuesday y Midnight Rambler llegaron para aniquilar a los que aun tenían la esperanza de la salvación.
Night Time mandó a los impuros al bar a beber cerveza, mientras los devotos rezamos para alargar la ceremonia.
Keith llegó al abordaje con Slipping Away e Infamy, inyectándonos los ojos con sangre y matándonos de miedo con la sonrisa que él le robó al Diablo.
Miss You me hizo recordar cuánto extraño al gran Bill Wyman, y fue el preámbulo para disfrutar un sonido rudo y compacto. Montados en su maquinaria de ingenio mecánico justo al centro del templo sonó Rough Justice, una tremenda dosis de garaje.
Reinventando Get Off Of My Cloud los Rolling Stones develaron el telón de la noche y soltaron la bestia.
Honky Tonk Women, Sympathy For the Devil,, Brown Sugar, Jumpin' Jack Flash, y You Can´t Alwyas Get Wath You Want encendieron la fiesta como un meteoro en technicolor. Perlas arrojadas al fango.
Al final Satisfaction fue una excitante explosión audiovisual que dejó el recinto oliendo a sexo y pólvora, una perfecta representación de cómo se inició el universo.
No hay medida que abarque las sensaciones y el sentimiento que genera la música de los Rolling Stones.
Estas líneas no los reproducen, la acción viva de sus shows es inasible; ahora mismo al hacer éste ejercicio de memoria sé que he dejado muchas cosas afuera, y que mi aproximación es meramente tangencial.
Les dejo mi relato y mi gratitud.
Siempre me ha gustado compartir.
Sergio Mimbrera