El otro día tuve una sesión de estimulación sensorial y apertura mental, que me llevó a pensar en Andrew Loog Oldham. Así porque sí.
Y tuve dos revelaciones.
Por supuesto (y por el mío también), son dos tremendas giladas lo que voy a escribir, pero en ese momento quedé como asombrado de no haberlo pensado nunca antes.
Por un lado, me dí cuenta de lo acertado que estuvo el sujeto en sus dos decisiones más antipáticas: esconder a uno y eliminar a otro.
Realmente Stu no encajaba ni de carambola y ya de entrada Jones hubiera sido un obstáculo para el surgimiento de la fórmula stone que hoy tanto nos gusta.
Olvidándose de los nombres, otro resultado fue reforzar la idea de tocar con guitarras, casi despreciando las pianolas, cornetas y toda esa porquería.
Y, por otro lado, aunque en concatenación con lo anterior, que Oldham fue El Antiblues en toda esta historia.
Eliminó a los dos fundadores, que eran los más cultores del blues y los que a la larga menos lejos llegaron, en todo sentido.
Por estas cosas creo que Andrew debe ser considerado como un Rolling Stone, aunque... también creo que operó de estas formas tan maquiavélicas porque estaba en una tanganeta con alguno de la propia banda, porque Oldham tampoco fue muy exitoso con nada luego de los Stones.
Quizás estoy siendo inocente y la verdad sea que apenas fue la mano ejecutora, la parte activa dentro de la pareja.
Me refiero a Jagger y Oldham, porque todos sabemos que esos dos andaban de amantes y que cuando la pareja de un músico se mete a manejar los asuntos de las bandas suele suceder que algún integrante queda desplazado.
Pantera, Deep Purple, Dio, son ejemplos.