Yo sé que acá son gente seria, responsable, con hijos y empleo y no se preocupan por estas cosas, pero yo sigo sufriendo aún en sueños:
25/06/2022Soñé que Ron Wood, Mick Jagger y Keith Richards se presentaban
bajo el nombre de The Rolling Stones entre los puentes de la
avenida Márquez que cruzan la Panamericana.
No había escenario ni nada: los tipos iban y venían entre los
pastos, se acercaban al asfalto, miraban para acá, saludaban para
allá...
Quien suscribe se encontraba recostado contra uno de los árboles
de pimienta rosa que hay en la zona, con mucha pena y congoja, por
lo que en un momento no aguanté más y le dije a Jagger algo como
"che, Mick... esto no da, put the battery".
No recibía mayor respuesta del sujeto, pero sí se me arrimaba una
de sus hijas, la que anda de modelo y me consolaba un poco al
confirmar que en la familia también sufrían de una angustia
similar a la mía por todo este dislate y despropósito cochino
inmundo asqueroso con el que están saliendo a asaltar por los
caminos del mundo civilizado.
La señorita tenía el rostro del hijo más pequeño.
Luego iba yo a una terminal de ómnibus a comprar un pasaje hacia
Olavarría y el señor de la boletería me explicaba que ahí las
cosas eran serias y no había tutía: el micro salía a las 20 y no
esperaba a nadie, mas el mensaje era difícil de comprender por dos
razones. Por un lado, la escena era dominada por un batifondo de
la gramputa y, por otro, Julio Ricardo, como empleado de la
empresa transportista, me empujaba con toda la mala onda y ortivez
vigilantera del Universo, para alejarme de la ventanilla.
Pero hete aquí que eso significaba arriesgar la vida, pues la
garita de expendio estaba sobre una mínima plataforma elevada
varios metros a la que se accedía a través de una escalerita
fijada con apenas un clavito.
Para empeorar las cosas, por esa escalerita subía una mujer, así
que debía esforzarme en no caer ni por los empellones de Julio
Ricardo, ni por la presión tetal de esta mujer, ni por el
desmoronamiento de la escalerita.
Una vez pasado el momento de mayor zozobra, un Julio Ricardo
visiblemente conmovido y avergonzado me abrazaba, mientras ofrecía
disculpas por su actitud.
Luego llegaba a una carnicería para comprar un balde de "mezcla
especial", que era 70% carne picada y 30% zanahoria y me iba a
caminar a la luz del día por calles peatonales y puestos de feria,
para terminar bajo techo, en galerías tan modernas que las
vendedoras atendían con las tetas al aire.
Para que vean que los aprecio mucho y siempre pienso en ustedes, les dejo esto que las va a gustar y para que se hagan una pajuela:
