Hoy soñé que Ron Wood y Slash alquilaban por un día un pequeñito local en Carupá y lo usaban para mostrar su disco nuevo. Era como un kiosquito, pero sin más mobiliario que un mostrador y unas sillas de plástico.
Todo muy barato. Incluso el local no estaba decorado y casi que ni pintado tampoco, aunque sí tenían la amabilidad de convidar Pecsi y café, que habían llevado en unos termos.
Del lado de Ronnie, la Pecsi. Del lado de Slash, el café. Junto a los termos, vasos azules translúcidos de plástico. Todo muy humilde.
Yo tomaba una silla de plástico y pensaba pasar todo el día junto a estos personajes, pero como nadie más se quedaba a escuchar el CD, me daba vergüenza, porque quedaba yo muy "expuesto" frente al mostrador y entonces decidía ubicarme como en diagonal, un poquito escondido.
Pero al rato ya me ponía a conversar con Wood:
- ¿Sabés por qué me gusta este disco nuevo?. Porque suena a Slash y Ron Wood.
Me pasa con varios temas de los Stones que capaz son gancheros y están bien compuestos, pero
que no suenan a los Stones ni de carambola. Por ejemplo, Saint of Me o casi todo A Bigger Bang.
- Lo sé, lo sé... Pero para el que viene eso no pasa (en referencia a ya mítico "nuevo álbum" de lo Stones).
- ¿Va a estar la batería de Charlie?.
- No. Tampoco estuvo en los dos temas en vivo.
Lo que explicaba Ronnie era que no iban a usar las grabaciones de Watts, tal como
tampoco las usaron para los temas en vivo incluídos en Honk, que en el sueño eran sólo dos
y regrabados en estudio por Steve Jordan.
Eso me produjo un fuerte disgusto, por lo que llevaba la charla hacia un lugar más feliz y
le contaba que estoy muy contento de que él haya sido parte de los Stones todos estos años
y que fue "the perfect fit".
Unos metros hacia el final de la cuadra, vivía Martin Popoff en un modesto departamento sobre uno de los muchos comercios del lugar. Justo ese día había yo tenido un desencuentro amoroso, por lo que andaba un poco despechado y Martin, muy amablemente, me ofrecía darme una ducha "porque puede ayudar", tanto a cambiar el ánimo como a estar presentable para un nuevo romance. Pero hete aquí que ya me había bañado antes de salir y me preocupaba la idea de no saber lavarme las partes y quedar apestando aún después de enjuagado y todo, por lo que le preguntaba si estaba emanando olor a culo, pero entre el ruido de la calle y alguna interrupción, quedé sin entender la respuesta.
Luego, otra interrupción (o quizás la misma), era protagonizada por un señor austríaco, quien se metía en la conversación entre Ronnie, Slash y yo para informar, con notable alegría, que el viernes se iba a Viena y que volvía una semana más tarde.
Ya había caído la noche en Carupá y Slash le pedía que trajera salchichas.