Bueno, pues ya pasó el concierto!!!
No tengo prácticamente nada de lo que quejarme, aparte de que mi sobrino me hiciera esperar como si hubiese sido mi novia..., pero por lo demás pedazo de noche de rocanrol sucio y setentero que nos brindaron estos monstruos.
Charlie Sexton que parece por momentos que ha clonado a Ronnie Wood, desde su guitarra muy parecida a alguna que le he visto alguna vez hasta su pinta de acabado de levantar tras una noche muuuuuy larga y la complicidad con el público llegando incluso a saltar del escenario y mezclarse entre la gente.
Chuck Prophet intenta asumir el papel de Keef, intenta no porque sea mal guitarrista, al contrario es buenísimo, sino porque lleva el peso y el ritmo del concierto, a veces suena puro Richards, la intro de Beast Of Burden por ejemplo es nota a nota, pegado a su Telecaster.
Me considero Keithaholic, el pirata para mi es el alma de los Stones, pero sin embargo en este tipo de recitales, con una buena banda con buenísimos músicos haciendo versiones stonianas, a quien más echo en falta es a Mick Jagger. A ver, que no se me malinterprete, para mi nadie toca como el pirata, el ritmo que lleva Charlie no lo lleva nadie..., pero cuando suenan temas de los Stones y no es la voz del Sir, en ese momento digo lo que dice Marcelo, "¿falta mucho para el próximo concierto de The Rolling Stones?" Es lo que tienen, que son únicos.
Pero comparaciones odiosas aparte, el show que hacen Sexton y Prophet es para no perdérselo, estos dos se sienten en su salsa haciendo estos temas. El concierto empezó fuerte, con una versión de Let It Rock que creo que nadie esperábamos, y después uno tras otro todos los temas del disco, no se decir cuál fue mejor versión, me quedaría con Before They Make Me Run, When The Whip Comes Down o también Beast of Burden y Far Away Eyes..., Lies fue una barbaridad, todas.
Terminado el recorrido por los temas del disco, los bonus, Brown Sugar bestial y dicen que se van, vuelven a salir y nos regalan Love In Vain que empiezan sentados y solo las dos guitarras y terminan con la banda y esta vez sí, cierran con un Jumpin´ Jack Flash para que los que llenábamos la sala nos fuéramos deseando tomarnos una cerveza para hablar de qué buen rato habíamos pasado.
Ya digo que nada de lo que quejarse, Sexton y Prophet para que vuelvan otro día y verlos otra vez y otra más, el sitio tiene buen sonido para ser el patio de una facultad universitaria (por allí ya habían pasado gente muy grande, vimos a Wilko Johnson hace tiempo), y el precio para no pensárselo dos veces, 10 euros, casi lo mismo que nos costaron las dos pintas de Franziskaner que cayeron al poco rato. Un buen aperitivo hasta la próxima vez que veamos a los verdaderos Stones por España, ojalá el año próximo, mientras vamos pasando el mono como podemos.
P.D.: Mi sobrino, que podría quitarle el mote de Quiet One a Wyman y a Richards, hizo fotos, pero para ser un iPhone son una porquería, yo no las hago que entre el vaso y los saltos me salen movidas.