Me regalaron ese libro y lo abrí y lo miré y puse el dedito debajo de la primera línea y así, con mucho esfuerzo para chorrear la menor cantidad de saliva posible, empecé a leer directo del papel, después de muchos años de celular, computrolas, TV y Tinder, para descubrir que el mentado Andrew Loog Oldham ya desde chiquito era bastante putilín.
Voy por el capítulo cinco y parece un tratado sobre moda: habla de Elvis Presley y de Eddie Cochran, de James Dean y de Audrey Hepburn, pero más habla de sus ropas, de sus peinados, de sus zapatos.
Escribe sobre las ropitas mononas que le regalaban y de cómo ahorraba para ir bien vestido a la escuela. Y después, cómo se daba bomba con sus compañeritos de la secundaria-
Muy putito.