Aquí va unos extractos del crítico Alberto Mallofré en el diario de LaVanguardia:
....Empezó la sesión alrededor de las nueve de la noche, con la intervención de un conjunto negro "inconnu", que practicaba una especie de "soulreggae-bayou", bastante fácil y contagioso.
Después de una hora larga de intervalo, durante la cual, no ocurrió nada (a no ser una humareda maloliente que brotó del tendido 9..), apareció en escena, sin ser apropiadamente anunciado, el conjunto del popular John Miles... Fue aplaudido, pero llegó a poner nervioso al "respetable", que veía ceñirse la madrugada sobre la arena sin señales de Rolling Stones.
Una vez que se hubo retirado John Miles de escena, volvieron a encenderse las luces para otro larguisimo "descanso". Y los anunciados "supporting groups", Robin Trower y Meters, brillaron mucho, pero por su ausencia.
Al fin, a las doce y media pasadas, los esperados Stones acudieron a la cita a los acordes de un airoso pasodoble torero. Su actuación se prolongó hasta las dos y diez de la mañana, y el público de distrajo con ella...
Ellos hicieron su show habitual, más o menos. Con una selección de números conocidos, y con las constantes contorsiones de Mick Jagger en primer plano, la concienzuda labor de Charlie Watts a la batería, la aplicación de Keith Richard, la imperturbable impavidez de Bill Wyman y, ahora, el lucimiento de su nuevo guitarrista Ron Wood, convertido en uno de los astros del grupo. El trabajo de estos musicos, en atención al genero de música que cultivan, fue irreprochable. El problema es que este esquema de conjunto a base de dos guitarras, bajo, batería y cantante (por más "sexy" y saltarín que sea), ha llegado ya a su punto de saturación y no parece que pueda dar mas juego...
Aparentemente el mismo Mick Jagger lo sabe, puesto que incrustó en el grupo a dos "guest stars", el teclista Billy Preston, y su baterista también negro. Y resultó que Billy Preston fue, con mucho, el más brillante, el mas efectivo del grupo, el más músico del grupo, y, en suma,el mejor de los Stones. Y el baterista negro, en un par de números, le enseño a Charlie Watts, a tocar blues.
Watts es, por supuesto, uno de los mejores bateristas ingleses, pero, como sus compatriotas, demuestra tener con la batería escasas nociones de eso tan impreciso y tan importante que es el "swing"...
Lo cual, nos lleva a la deducción de que, probablemente, el porvenir de Mick Jagger, en este punto de su carrera, reside en incorporar más "Billy Prestons" a su grupo. Es decir, más "bluesmen" genuinos.
Después de todo, no sería el primero en cosechar éxitos con esta formula. Su colega John Mayall le podría contar mucho acerca de ello.
Los voluminosos equipos de amplificación sonora, que según se dice , costaron más de sesenta millones de pesetas, se mostraron potentes, pero poco matizados, sobre todo en cuánto a voces, y ello a pesar de los equipos especiales de la N.A.S.A.,y los técnicos desplazados desde Cabo Kennedy. La luminotecnia, en cambio, fue inmejorable. Sin alardes inutiles y dando un realce extraordinario al espectáculo, con una precisión matemática y una eficacia admirable...
El show terminó con un número de animación: Mick Jagger, torso desnudo echó cubos de agua y de confetti. El confetti, sobre el estoico Charlie Watts, mientras que el agua cayó sobre todo el público....
El público aplaudió un poco mas, y se marchó, no maravillado pero satisfecho.