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« on: Enero 13, 2004, 10:54:13 pm »
Estuve leyendo este artículo y me pareció interesante debido al gran boom de los últimos tiempos de relanzar viejos éxitos que son "aggiornados" conforme al gusto del consumidor actual:
"Los viejos lugares y las viejas canciones/ hemos estado yendo ahí por demasiado tiempo", advertían los Rolling Stones en un tema de la misma época de "Satisfaction" al que titularon "El cantante, no la canción", como para dejar sentada la importancia del intérprete y, de paso, echar la primera palada sobre el repertorio tradicional de baladas sentimentales al que estaban enterrando prematuramente.
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Lo mismo que el tango, la canción francesa, los lieder de cabaret y la copla española han sido siempre un refugio seguro para actrices sin porvenir, eso que llaman Great American Songbook -el colosal resultado de sumar la obra de Gershwin, Porter, Berlin, Hart y otros genios- y parecía algo intimidatorio a quienes vinieron después de los crooners legendarios que lo originaron, ha sobrevivido como un pretexto para relanzar declinantes figuras del rock o del pop.
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No es una estrategia nueva. Veinte años atrás, Linda Ronstadt, que había empezado como cantante vaquera en su Tucson natal y estaba gastada luego de intentar todas las modas, resurgió exitosamente como baladista acompañada por el mismísimo Nelson Riddle, y más tarde se produjo el fenómeno Natalie Cole, que era nadie en el mundo del soul hasta que la vincularon con el repertorio y la voz de su inolvidable padre, Nat.
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Pero estos cambios de personalidad de un artista nada más que para reanimar su carrera en peligro -desde Carly Simon y Diana Ross hasta Sandro y la banda Chicago fueron muchos los que lo intentaron, casi siempre sin suerte- eran algo esporádico, no este frenesí de recuperar intérpretes decaídos escondiendo su pasado pop detrás del prestigio de clásicos norteamericanos tratados de manera impropia.
La fórmula pueden haberla copiado de "Swing when you´re winning", el irreprochable homenaje al clan Sinatra de Robbie Williams, pero lo que provocó el retorno masivo a esta noble temática ha sido "It had to be you", monótona y mal orquestada aventura de Rod Stewart en el mundo de la gran canción que sorpresivamente vendió cuatro millones de ejemplares, obligó a un segundo volumen que promete volverse todavía más exitoso ("As time goes by") y ayudó a concretar "Tonight´s the night", un musical con veintidós de sus hits que acaba de estrenarse en Londres.
Ahora, gente tan diversa como Aaron Neville, el contratenor de los admirables Neville Brothers de Nueva Orleáns; Ronald Isley, que sigue integrando con sus hermanos uno de los grupos de rhythm and blues más antiguos, y Boz Scaggs, considerado entre los intelectuales del rock, se suma a la tendencia cantando estándares nada más que porque es oportuno hacerlo, sin ofender pero tampoco entendiéndolos a fondo.
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Lo mismo que ocurre con Cindy Lauper, alguien que estuvo a punto de ser otra Madonna -hasta Miles Davis grabó su "Time after time"- y ha reaparecido chillando versiones de Bacharach, Brel y Piaf en "At last", una equivocación muy bien presentada. Siempre preferible a "Falling in love again", álbum del organista Joey DeFrancesco que, de no ser por el aval de Quincy Jones y el entusiasmo de algún crítico, habría que considerar como una broma fallida, porque se trata del actor Joe Pesci, enmascarado con el seudónimo Joe Doggs, destruyendo once obras maestras que intenta cantar imitando la expresión angustiada de Jimmy Scott.
Han transcurrido casi cuatro décadas desde aquel oscuro lado B de un simple de los Stones y las que descartaban como viejas canciones se han vuelto todavía más viejas, pero aun torpemente cantadas, como está ocurriendo en estos días, siguen siendo más poderosas que sus intérpretes, porque una vez más se está verificando que hay multitudes de oyentes sensibles a esas ideas magníficas de que nuestro amor está aquí para quedarse, somos un sueño imposible, noche y día tú eres la única, la vida parece más fácil teñida de rosa o nada es mejor que ir prendidos de la mano bajo un cielo de verano.
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Por Jorge H. Andrés - Diario La Nación (12-1-04)
A los ya mencionados agregaría las nuevas versiones de Britney Spears ó Fat Boy Slim con Satisfaction. Incluso los Stones han versionado con bastante éxito, estupendos temas de viejos bluseros como Sonny B. Williamson, Bo Diddley, B.B. King, etc.
Es correcto hacer esto para permitirnos saber de autores que de otra forma no hubiésemos conocido nunca ó son manotazos de ahogados de artistas con el fin de remontar sus trayectorias?
Uds. que creen?