Juancho: hoy por la mañana en mi desayuno familiar, estaba leyendo la noticia en el Diario Clarin, y me preguntaba:
-Para postearlo en el Foro, y mostrar un grupo de culto de los ños 60s
-cual era la repercusión entre los musiqueros uruguayos.
-hay cosas para leer como la obsesión por Jagger
Aca la noticia en cuestion
Una leyenda llamada Los Mockers
Fueron considerados los Rolling Stones rioplatenses. Fugaces, tuvieron una calidad insuperable para la época. "Clarín" reconstruyó su historia y entrevistó a dos de sus integrantes.
Por: Fernando García
Por qué deberíamos escribir y leer sobre un grupo de rock uruguayo que hace cuarenta y dos años pasó fugazmente por la Argentina sin dejar huella? a) Porque la historia que sigue es de las buenas. b) Porque el disco- editado por primera vez en CD en Buenos Aires y Montevideo- que justifica contarla trae esta pregunta: ¿Cómo pudieron ser tan buenos?
Desde fines de los 80, Los Mockers y su primer, inmaculado álbum beat de 1966 se posicionaron como un objeto internacional de culto. España, Suecia y los Estados Unidos tuvieron antes sus CD y vinilos vintage estirando una fama que registra el hoy inevitable sitio allmusic.com. La entrada dedicada a Los Mockers va al punto: "El mejor grupo que dio Sudamérica en los 60, mucho más que una curiosidad".
Exageran (¿Os Mutantes?, ¿Manal?), pero tienen razón en algo. El sonido de Los Mockers, como el de sus paisanos Los Shakers, pasa de largo la anécdota. Si podrían censarse los argentinos que crecieron pensando que Break it all (Rompan todo) era de Los Beatles, prueben de escuchar los primeros veinte segundos de What a Life (¡Qué vida!). ¿No es una grabación encontrada de los Rolling Stones de Consecuencia (Aftermath)? ¿Cómo es que un tal Polo Pereira puede reproducir y hasta mejorar el swing agresivo de Mick Jagger?
Sí, como Los Shakers, estos Mockers -el nombre contrae los de las bandas rivales mod y rocker- cantaban en inglés. ¿Por qué? "Con los Rolling entramos en una nube inglesa que tapó Montevideo. Yo ni siquiera tenía tocadiscos, pero vivíamos en un sueño, absolutamente fuera de la realidad" dice Polo Pereira desde Suiza, donde vive desde hace décadas con una mujer francesa. "Cantar en inglés era la mejor forma de oponerse a la invasión del Club del Clan". Hablan ahora desde Valencia, España. Es el lugar donde vive Esteban Hirschfeld, órgano y armónica mocker. El exilio voluntario lo tuvo en el riñón de la movida madrileña (tocó con los Gabinete Caligari) y, por poco, no formó parte de Kraftwerk. "Me fui de Uruguay en 1970, porque ya no se podía vivir. En Düsseldorf pasé un tiempo ensayando con Ralf Hütter y Florian Schneider... Eran aristócratas y snobs. Me fui".
Hirschfeld escribía las letras en inglés y entrenaba al cantante para que pronunciación se pareciera mucho a performance. Apunta Polo: "Me dormía escuchando a Jagger para incorporar el ritmo exacto de sus frases. Estaba loco, en un momento me creía mejor que él". En eso le sacan una cabeza a Los Shakers. La fonética impecable de los Mockers trabaja una estética del idioma.
Pero cuando Los Mockers llegaron a Buenos Aires en el verano de 1966, esto no era Londres. Rota, el representante de Los Shakers, los había descubierto en Moroco, una boite esteña y los tentó con un contrato para La Escala Musical. Vivían en una habitación del hotel Venus (Córdoba y Esmeralda) y ensayaban en la discoteca Whiskey a go go. Fordismo pop: bailes en continuado jueves, viernes y sábados y el domingo al mediodía playback.
Algo pasaba en Uruguay para que de una ciudad de un millón doscientos mil habitantes salieran grupos como Los Shakers y Los Mockers. "En Buenos Aires sentimos el cambio, en cuanto a información estaban atrasados. En Montevideo tocábamos en cuevas de rock y acá nos pusieron en bailes, entre una sonora (cumbia, tropical) y una típica (jazz, tango)", señalan. Hicieron Punta, sí. Los Mockers llegaron a Buenos Aires con la discografía stone puesta al día. "Polo había salido con una norteamericana que cayó a la playa con todos los discos". Discos inconseguibles acá.
La grabación del disco se estiró durante todo el 66. Cuando finalmente salió tenían apenas unos cincuenta fans fijos que los seguían por los bailes. Hirschfeld es contundente: "La verdad es que no pasó nada y la discográfica quería terminar con nosotros. Con la guita de los carnavales del 67 pagamos la deuda del hotel y nos volvimos. Nos recibieron como grandes triunfadores...".
Sin Hirschsfeld, Polo, Julio Montero (bajo), Beto Freigedo (batería) y Jorge Fernández (guitarra solista) insistieron con un segundo álbum (con temas en castellano). Se separaron. Polo terminó uniéndose a los Walkers (que después fueron Katunga). Y la historia absolvió a este CD: demasiado bueno para olvidarlo.