Stones para bodas, bautizos y comunionesVolvieron a tocar los Stones en Barcelona, menos de un mes después de su último concierto en la ciudad. Volvieron, pero, como ya deben saber, en unas circunstancias bien diferentes a su recientísima anterior visita. En junio tocaron para unos cuarenta mil espectadores. El pasado jueves, 12 de julio, lo hicieron para menos de mil personas. Ejecutivos, clientes e invitados de, al parecer, el Deutche Bank, la entidad bancaria promotora del asunto.
¿No tienen curiosidad por saber cuánto ha podido costar semejante fiesta al banco alemán?
El Deutsche Bank no ha suministrado cifras oficiales, pero se habla de cuatro millones de euros. Sólo para el grupo. Jagger y sus chicos no se levantan de la cama por menos de eso. El alquiler del Museu Nacional d"Art de Catalunya (MNAC), escenario del evento; la estupenda cena antes del concierto, y la cama, para los invitados, en los respectivos hoteles, iba aparte.
Por eso, en un puro acto de contabilidad especulativa, me acerco a la calculadora, para intuir más que saber el precio de la entrada a tal espectáculo. Dividiendo los supuestos gastos totales entre los asistentes, como si éstos hubieran pagado el sarao a escote, el precio de la entrada me sale que hubiera resultado, a cada uno de los invitados, sobre unos 18 mil euros más o menos. O sea, siendo conservadores en los cálculos, unos tres millones de pesetas de las de antes.
¡Tres millones de pelas por ver a los Stones!
Bueno, quizá lo valga. Seguramente los ideólogos publicitarios del Deutsche Bank deben de haberlo creído así y han vendido el espectáculo a sus directivos como una magnífica propaganda de la entidad, con rock"n"roll histórico y tal. Pues qué quieren que les diga. Uno, que es de los que todavía conservan la entrada del concierto de la incombustible banda en la Monumental, allá por el año 76, puede entender que alguien pague esa barbaridad, y más incluso, por asistir a semejante velada. Y sin embargo…
Sin embargo, dudo que haya sido una buena idea. La imagen derrochona que deja tras de sí el concierto de marras es evidente. Caprichos de gente rica, pensará más de uno. Puro lujo. Ostentación antigua, de la de aquellos tiempos con capitalistas de levita y puro en la boca, de los de esposa en casa y amante en el lupanar, que no cuadra demasiado con estos tiempos austeros de economía globalizada, calentamiento más globalizado todavía y crisis en Darfur.
Pero en fin, ya digo, como seguidor de los Stones, a uno lo que ahora le interesa de verdad es saber si Charlie toco su batería con más brío que la última vez, y si todos ellos desafinaron menos entre sí. Seguro que Jagger estuvo bien, de eso no hay duda. Ese tiburón de los negocios atrapado en un cuerpo adolescente que es Jagger siempre esta a la altura, pensando en el negocio familiar. Pero ¿Y Keith? ¿Estuvo mejor que en su última aparición barcelonesa, tan damnificado el pobre?
Dicen que está mal a causa de su larga frecuentación de todo tipo de drogas. Pero para alguien que, como Richards, se ha esnifado a su propio padre, no parece ya que ninguna sustancia pueda afectarlo demasiado ¿No? La verdad es que Keef, como conocen al guitarrista en la prensa inglesa, no está fino desde la famosa caída del cocotero, y es que nadie, ni él mismo, un superviviente nato, pierde líquido encefálico con impunidad.
Por eso quiero suponer que, si Richards hubiera estado en condiciones, seguramente los Stones no hubieran tocado en la barcelonesa fiesta del banco. El peculiar personaje siempre se ha mostrado muy orgulloso de su historia, y eso de tocar en bodas, bautizos y comuniones, dignísima actividad, por otra parte, hace mucho, sin embargo, que para ellos quedó atrás. Por lo menos desde los primeros sesenta, cuando empezaban. Hasta el pasado jueves, claro. Que volvieron a las andadas. Ya saben, ahora pueden tener a los Stones en casa.
Es cuestión de ahorrar.
Fuente: Salvador Llopart. La Vanguardia (España)