Tours > España 2007

Estadio de Santo Domingo, El Ejido 30 de junio

<< < (2/7) > >>

Pocho:
Que buen setlist
¿Cuando volveran por aca? Por Dios que nostalgia  :cry:

:
Anoche los tuve a cinco metros de mí cuando se montaron en el escenario plataforma y se dirigieron al centro del Estadio de El Ejido. Yo tenía un pase que me daba movilidad por todas las partes del estado y pude ver cómo llegaban en el microbus desde una de las gradas. Fue extraño, porque diez minutos antes habían llegado los demás músicos y estuvieron esperándolos como un cuarto de hora.

Magnífico el Ruby Tuesday que se montaron, y Bitch.

Luego me bajé de la grada y me fui al centro del estadio. Y allí estaba cuando el escenario se echó a andar hacia donde yo estaba.

Mick Jagger, pletórico.
Charlie Watts, imponente.
Richards, un poco alicaído.
Wood, cachondo, muy en su papel. Le lanzaron un sombrero vaquero y Mick se lo encasquetó a Ron.
Richards se fumó un par de porros en You've got the silver y en el escenario pequeño.

Lisa Fischer... IMPRESIONANTE en 'I'll go wild'. Incendió el estadio entero con su voz y con el trajecito que llevaba. Una auténtica leonesa.

A Jagger le dio por promocionar el gazpacho andaluz y Andalucía toda la noche... Meritorio que casi todo el concierto lo hablase en castellano.

Por cierto: había un grupo de fans argentinos que desplegaron una enorme bandera de su país. No me atreví a preguntarles si escribían en este foro.

A Richards le hizo mucha gracia una pancarta con alusiones al famoso cocotero. Al final le echaron la pancarta al escenario y se la llevó.

Me da la sensación de que los Stones no dicen adiós para nada. Más bien, "Hasta la próxima".

Stones' songs in Andalucía...

sandra:
Exxon que gusto...
tu reseña, con las palabras exactas, con madurez..
gracias, gracias, por hacernos sentir como estuvo
el concierto....

saludoss..

sandra:
por aqui les dejo una lectura, larga..
pero muy emotiva, madura, sin fantasear, etc...
muy recomendable...


8:59 Jesús Arias EL EJIDO. Son ellos. Y ahí están. De nuevo sobre un escenario. Incendiándolo. Haciendo que salten chispas de las guitarras eléctricas y que miles de corazones salten con ellos. Parece imposible que sigan existiendo. Pero es que ellos siempre han hecho de lo imposible su mayor virtud. Una vez Patti Smith dijo sobre ellos: “¡Dios mío! Si me suicido, me perderé el próximo disco de los Rolling Stones”. Era en los años setenta y la banda ya parecía entonces absolutamente imperecedera. Treinta años después lo sigue pareciendo.
Eran las 22.45 horas de anoche cuando se apagó el estadio de El Ejido, que completó su aforo en tres cuartas partes, lo que permitió el disfrute del público sin agobios. Arriba, una inmensa mole de andamiajes, torres, lucecitas, sombras. Un escenario espectacular. De pronto, los acordes de guitarra que todo el mundo estaba esperando y la figura desgarbada, frágil y ‘drogota’ de Keith Richards paseándose solo por el escenario. Start me up. Enciéndeme. La muchedumbre agolpada en el estadio comenzó a rugir. Estallaron las luces y allí, como por arte de magia, aparecía Sir Mick Jagger, caderas al viento, bocaza intempestiva, melena adolescente aún pese a sus 64 años. No era un milagro. Eran los Rolling Stones. Y empiezan a desgranar los temas que emocionan al público.
Mick Jagger hace un alto para pedir disculpas por el retraso con el que empezó el concierto –quince minutos– y anunció en español: “Vamos a pasar un buen rato”. Luego, después de hacer halagos al gazpacho –“está muy rico”, dijo–, la banda arrancó con Lives with me, para seguir con una de las sorpresas de la noche, la lírica Ruby Twesday. Después el grupo volvió a su tiempo blusero y desencadenó un tremendo Midnight Rumbler.
Siguió luego un homenaje a Little Richard, con I go crazy, que sirvió para que entrara en escena la imponente Lisa Fisher, que estremeció al público con su tremenda voz. Sonó Tumbling dice y tras la presentación del grupo, Keith Richards, cigarrillo en mano, cantó un poderoso You’ve got the silver y la magnífica I wanna catch you.
¿El truco de los Stones? Uno muy simple: estar siempre activos. Mick Jagger dio la receta hace unos cuantos años. “Si los Sex Pistols se reúnen para hacer una gira, está muy bien”, comentaba en referencia a la banda que inventó el punk rock. “Pero lo único que hacen en la gira es volver a tocar las canciones que les hicieron famosos en el año 1977. Cada vez que los Stones salimos de gira, lo hacemos con un disco nuevo debajo del brazo. De acuerdo: tenemos que seguir tocando las mismas canciones que tocábamos hace cuarenta años porque el público nos las pide. Pero también tocamos las canciones del último disco, ése que publicamos hace unos cuantos meses. Creo que eso es lo que nos mantiene jóvenes, el hecho de que aún queremos publicar un disco nuevo, componer canciones nuevas y salir a la carretera a tocarlas”.
Otra de las fórmulas que los Stones se han inventado para no aburrirse en escena, para disfrutar con cada nuevo concierto, es la de cambiar el listado de canciones cada noche y según qué sitio. En la gira española se han dado el gustazo de recuperar antiguos temas que los fans siempre echaron de menos. Piezas como Rocks off, She’s so cold, You’ve got the silver, Respectable o Let’s spend the night together, representan el aliciente para cada nueva velada y se convierten en el caramelo de los fans. Eso mantiene viva la llama de la curiosidad y es la razón de que muchos stonianos vayan en peregrinaje de ‘bolo’ en ‘bolo’.
Y a todo esto. ¿Cómo están los Rolling Stones sobre el escenario? ¿Se les echa algo en falta? Pues lo cierto es que poco. Siguen tan frescos como lo estaban en 1991, cuando realizaron una de sus mejores giras mundiales, la de Urban Jungle. Mick Jagger está, sencillamente, pletórico. Sus ejercicios de gimnasia y jogging de cada día se notan en su fibra muscular y en su nerviosismo inquieto entre bambalinas. No se agota. No para. No descansa. Muchos atribuyeron durante años ese derroche de energía a un desmesurado consumo de drogas. Ni por asomo. Si así fuera, hace treinta años que estaría muerto. Jagger es el gran maestro de ceremonias. La novia de la boda.
Keith Richards. El rostro más arrugado que un mapa. La ironía en la sonrisa. El sarcasmo en la guitarra. A veces se le ve un poco pasado de alcohol. Otras veces, brillantísimo. Fascina. Su guitarra es hipnótica. Viejo pirata. Viejo lobo de mar. No tiene piedad cuando toca. Y tiene una legión de adoradores.
Charlie Watts. El jefe. La precisión inestable. Su forma de tocar la batería es uno de los secretos mejores guardados del mundo del rock. Siempre se ha dicho que todos los buenos grupos de rock and roll lo son porque la conjunción entre bajista y batería como sección rítmica es perfecta. Todos los grupos de rock menos los Rolling Stones. De ahí el swing de la banda. En los Stones, el truco está en que la sección rítmica la llevan la guitarra de Keith Richards y la batería de Charlie Watts. Eso le da al bajista, en este caso Darryl Jones, una libertad absoluta para estar jugueteando todo el rato con riffs y escalas.
Ron Wood. Woody. El pájaro loco. Nariz aguileña. Sonrisa abierta. Recién rehabilitado de su adicción al alcohol. Desde 1976 se ha convertido en la pieza que mantiene la estabilidad dentro de la banda. Como guitarrista es sucio, inconcreto, nada que ver con su antecesor, el brillantísimo Mick Taylor. Pero tiene esa magia gitana y flamenca que hace que todo fluya. Posiblemente sin Wood hace muchos años que los Stones se habrían desintegrado.
El momento mágico de la noche llegó con los acordes de Miss you, cuando los cinco Stones, solos, avanzaban hacia el público en una plataforma que se adentraba desde el escenario. Allí, un delirante Satisfation. Luego sobre el escenario, con fondo rojo Simpaty for the devil. Y las bombas It´s only rock and roll,  Honky tonk woman. Y el cierre:  Paint it black y Jumpin Jack flash. Y ahí están. Son ellos. Jagger, Richards, Watts, Wood. Parece imposible que sigan ahí. O, mejor dicho: parece posible. Son como parte del retrato de Dorian Gray. Suenan mejor que nunca. Se ven mejor que nunca. ¿Han hecho sus Satánicas Majestados un pacto con el diablo? Rugen como si surgieran del mismo infierno. Cuando, finalmente, dejan de atronar en el escenario, saludan a la gente y desaparecen camino de su hotel, los miles de espectadores se van con la sensación de “ésta es la última vez que los veo en directo”. Es sólo un truco. El año que viene estarán de nuevo ahí.
Hasta la próxima.


saludossss...

:
Sandra, perdona que te diga, pero en esa nota hay algunas incoherencias, como algunos títulos de canciones mal escritos, y datos, que tras la nota, me he permitido explicar:


--- Cita de: "sandra" ---por aqui les dejo una lectura, larga..
pero muy emotiva, madura, sin fantasear, etc...
muy recomendable...


8:59 Jesús Arias EL EJIDO. Son ellos. Y ahí están. De nuevo sobre un escenario. Incendiándolo. Haciendo que salten chispas de las guitarras eléctricas y que miles de corazones salten con ellos. Parece imposible que sigan existiendo. Pero es que ellos siempre han hecho de lo imposible su mayor virtud. Una vez Patti Smith dijo sobre ellos: “¡Dios mío! Si me suicido, me perderé el próximo disco de los Rolling Stones”. Era en los años setenta y la banda ya parecía entonces absolutamente imperecedera. Treinta años después lo sigue pareciendo.
Eran las 22.45 horas de anoche cuando se apagó el estadio de El Ejido, que completó su aforo en tres cuartas partes, lo que permitió el disfrute del público sin agobios. Arriba, una inmensa mole de andamiajes, torres, lucecitas, sombras. Un escenario espectacular. De pronto, los acordes de guitarra que todo el mundo estaba esperando y la figura desgarbada, frágil y ‘drogota’ de Keith Richards paseándose solo por el escenario. Start me up. Enciéndeme. La muchedumbre agolpada en el estadio comenzó a rugir. Estallaron las luces y allí, como por arte de magia, aparecía Sir Mick Jagger, caderas al viento, bocaza intempestiva, melena adolescente aún pese a sus 64 años. No era un milagro. Eran los Rolling Stones. Y empiezan a desgranar los temas que emocionan al público.
Mick Jagger hace un alto para pedir disculpas por el retraso con el que empezó el concierto –quince minutos– y anunció en español: “Vamos a pasar un buen rato”. Luego, después de hacer halagos al gazpacho –“está muy rico”, dijo–, la banda arrancó con Lives with me, para seguir con una de las sorpresas de la noche, la lírica Ruby Twesday. Después el grupo volvió a su tiempo blusero y desencadenó un tremendo Midnight Rumbler.Siguió luego un homenaje a Little Richard, con I go crazy, que sirvió para que entrara en escena la imponente Lisa Fisher, que estremeció al público con su tremenda voz. Sonó Tumbling dice y tras la presentación del grupo, Keith Richards, cigarrillo en mano, cantó un poderoso You’ve got the silver y la magnífica I wanna catch you.¿El truco de los Stones? Uno muy simple: estar siempre activos. Mick Jagger dio la receta hace unos cuantos años. “Si los Sex Pistols se reúnen para hacer una gira, está muy bien”, comentaba en referencia a la banda que inventó el punk rock. “Pero lo único que hacen en la gira es volver a tocar las canciones que les hicieron famosos en el año 1977. Cada vez que los Stones salimos de gira, lo hacemos con un disco nuevo debajo del brazo. De acuerdo: tenemos que seguir tocando las mismas canciones que tocábamos hace cuarenta años porque el público nos las pide. Pero también tocamos las canciones del último disco, ése que publicamos hace unos cuantos meses. Creo que eso es lo que nos mantiene jóvenes, el hecho de que aún queremos publicar un disco nuevo, componer canciones nuevas y salir a la carretera a tocarlas”.
Otra de las fórmulas que los Stones se han inventado para no aburrirse en escena, para disfrutar con cada nuevo concierto, es la de cambiar el listado de canciones cada noche y según qué sitio. En la gira española se han dado el gustazo de recuperar antiguos temas que los fans siempre echaron de menos. Piezas como Rocks off, She’s so cold, You’ve got the silver, Respectable o Let’s spend the night together, representan el aliciente para cada nueva velada y se convierten en el caramelo de los fans. Eso mantiene viva la llama de la curiosidad y es la razón de que muchos stonianos vayan en peregrinaje de ‘bolo’ en ‘bolo’.
Y a todo esto. ¿Cómo están los Rolling Stones sobre el escenario? ¿Se les echa algo en falta? Pues lo cierto es que poco. Siguen tan frescos como lo estaban en 1991, cuando realizaron una de sus mejores giras mundiales, la de Urban Jungle. Mick Jagger está, sencillamente, pletórico. Sus ejercicios de gimnasia y jogging de cada día se notan en su fibra muscular y en su nerviosismo inquieto entre bambalinas. No se agota. No para. No descansa. Muchos atribuyeron durante años ese derroche de energía a un desmesurado consumo de drogas. Ni por asomo. Si así fuera, hace treinta años que estaría muerto. Jagger es el gran maestro de ceremonias. La novia de la boda.
Keith Richards. El rostro más arrugado que un mapa. La ironía en la sonrisa. El sarcasmo en la guitarra. A veces se le ve un poco pasado de alcohol. Otras veces, brillantísimo. Fascina. Su guitarra es hipnótica. Viejo pirata. Viejo lobo de mar. No tiene piedad cuando toca. Y tiene una legión de adoradores.
Charlie Watts. El jefe. La precisión inestable. Su forma de tocar la batería es uno de los secretos mejores guardados del mundo del rock. Siempre se ha dicho que todos los buenos grupos de rock and roll lo son porque la conjunción entre bajista y batería como sección rítmica es perfecta. Todos los grupos de rock menos los Rolling Stones. De ahí el swing de la banda. En los Stones, el truco está en que la sección rítmica la llevan la guitarra de Keith Richards y la batería de Charlie Watts. Eso le da al bajista, en este caso Darryl Jones, una libertad absoluta para estar jugueteando todo el rato con riffs y escalas.
Ron Wood. Woody. El pájaro loco. Nariz aguileña. Sonrisa abierta. Recién rehabilitado de su adicción al alcohol. Desde 1976 se ha convertido en la pieza que mantiene la estabilidad dentro de la banda. Como guitarrista es sucio, inconcreto, nada que ver con su antecesor, el brillantísimo Mick Taylor. Pero tiene esa magia gitana y flamenca que hace que todo fluya. Posiblemente sin Wood hace muchos años que los Stones se habrían desintegrado.
El momento mágico de la noche llegó con los acordes de Miss you, cuando los cinco Stones, solos, avanzaban hacia el público en una plataforma que se adentraba desde el escenario. Allí, un delirante Satisfation. Luego sobre el escenario, con fondo rojo Simpaty for the devil. Y las bombas It´s only rock and roll,  Honky tonk woman. Y el cierre:  Paint it black y Jumpin Jack flash. Y ahí están. Son ellos. Jagger, Richards, Watts, Wood. Parece imposible que sigan ahí. O, mejor dicho: parece posible. Son como parte del retrato de Dorian Gray. Suenan mejor que nunca. Se ven mejor que nunca. ¿Han hecho sus Satánicas Majestados un pacto con el diablo? Rugen como si surgieran del mismo infierno. Cuando, finalmente, dejan de atronar en el escenario, saludan a la gente y desaparecen camino de su hotel, los miles de espectadores se van con la sensación de “ésta es la última vez que los veo en directo”. Es sólo un truco. El año que viene estarán de nuevo ahí.
Hasta la próxima.


saludossss...
--- Fin de la cita ---


-Del gazpacho dijo "está rico?" preguntando, no afirmando, y haciendo un gesto con la cara y la mano como que a él no le había gustado mucho... fue un gesto gracioso. Eso no es un halago, como dice en la nota.
-El homenaje fue a James Brown, que murió el pasado año. Little Richard sigue vivo hoy día, y nunca ha cantado I'll Go Crazy.
-La gira Urban Jungle no fue en 1991, sino en 1990, también los ví en ese año en Madrid.
-Los Stones dejaron de ser cinco hace unos 15 años...

Al igual que esta persona que escribió la nota, yo también estuve en El Ejido viendo a los Stones, esta fue mi cuarta vez. Si me lo permiten, en estos días os enseño fotos y os cuento mis impresiones, ok?

Saludos!

Navegación

[0] Índice de Mensajes

[#] Página Siguiente

[*] Página Anterior

Ir a la versión completa