Cómo está mamá?", le pregunta Jack Sparrow (Johnny Depp) a su padre, Teague. El hombre, igualito a él pero barbado y con el rostro ajado por el paso del tiempo y las botellas de ron y whisky, levanta su brazo y en cuadro entra una pequeña y mugrienta calavera. El chiste podría ser uno más de los que caracterizan la saga de Piratas del Caribe. Pero el hombre que encarna a Teague es Keith Richards y las risas se duplican. Lo mismo que cuando Teague, que es algo así como al líder de "la asamblea de piratas", se sienta y se pone a tocar la guitarra, o cuando la cámara se detiene en sus famosos anillos.
El momento Richards es breve y aparece un poco después de la mitad de Piratas del Caribe: En el fin del mundo, una película tan espectacular en lo visual como excesiva en lo narrativo. Son casi tres horas de idas y vueltas, traiciones sobre traiciones, combates navales y apariciones sobrenaturales que resultan atrapantes por momentos pero finalmente agotadoras. La lección menos es más no parece pertenecer al vocabulario de esta saga.
Nota Completa
CINE : LOS ESTRENOS DE LA SEMANA
Impactante, pero interminable
"En el fin del mundo", tercera parte de "Piratas del Caribe" es tan espectacular como agotadora.
Cómo está mamá?", le pregunta Jack Sparrow (Johnny Depp) a su padre, Teague. El hombre, igualito a él pero barbado y con el rostro ajado por el paso del tiempo y las botellas de ron y whisky, levanta su brazo y en cuadro entra una pequeña y mugrienta calavera. El chiste podría ser uno más de los que caracterizan la saga de Piratas del Caribe. Pero el hombre que encarna a Teague es Keith Richards y las risas se duplican. Lo mismo que cuando Teague, que es algo así como al líder de "la asamblea de piratas", se sienta y se pone a tocar la guitarra, o cuando la cámara se detiene en sus famosos anillos.
El momento Richards es breve y aparece un poco después de la mitad de Piratas del Caribe: En el fin del mundo, una película tan espectacular en lo visual como excesiva en lo narrativo. Son casi tres horas de idas y vueltas, traiciones sobre traiciones, combates navales y apariciones sobrenaturales que resultan atrapantes por momentos pero finalmente agotadoras. La lección menos es más no parece pertenecer al vocabulario de esta saga.
A diferencia de El Señor de los Anillos no hay justificación narrativa alguna para tamaña duración. Si bien Gore Verbinski es un narrador prolijo, y la historia se desarrolla con fluidez, cada escena dura más de lo necesario. Y eso se hace especialmente notable en las batallas que empiezan fascinando y terminan agotando.
Difícil resulta resumir la trama. Elizabeth (Keira Knightley, cuyo protagonismo crece y mucho), Will Turner (Bloom, insípido como siempre) y el revivido pirata Barbossa (Geoffrey Rush) parten a la búsqueda de Sparrow, quien se halla en un extraño purgatorio luego de haber sido regurgitado por el monstruoso Kraken. En la busqueda también aporta Sao Feng, pirata que interpreta la estrella china Chow Yun-Fat (y que se esfuma demasiado pronto).
Sparrow reaparece más extravagante que de costumbre y la película lo muestra manteniendo conversaciones consigo mismo (Depp multiplicado por diez o veinte) y creándose mundos íntegros. Pero pronto se reacomoda a sus viejos conocidos (que pueden ser amigos o enemigos, todo cambia cada cinco minutos) y se reúne con otros ocho poderosos piratas para decidir si presentarle o no batalla a Davy Jones.
El combate final es espectacular y las dosis de humor que aportan Sparrow y sus secuaces siempre suman, pero la fórmula también da signos de estar al borde del agotamiento. Aunque, a juzgar por los finales (conviene esperar la escena que está después de los créditos de cierre), la historia sigue abierta para más y más películas. ¿Serán también de tres horas cada una?
