¿Escribir la historia de los Rolling Stones? Estos tipos no tienen historia, son la historia.
El sólo hecho de que existan, estén tocando juntos y sean una fuerza musical que hay que reconocer es histórico porque debieron haber desaparecido hace rato en una explosión de egos, drogas e irrelevancia cultural.
No se supone que uno envejezca siendo rockero. Es como pretender ser un gángster con problemas de próstata, o ser acróbata y jugar con tus nietos, o ser piloto de autos de carreras y recibir seguro social. No se supone que pase porque se espera que no sobrevivas por tanto tiempo.
Los Stones –que el 11 de febrero se presentan por primera vez en la Isla, en el Coliseo de Puerto Rico– empezaron un par de años después de que Elvis Presley irrumpiera en la escena como el general de la primera revolución mundial verdadera, la revolución de la juventud, el movimiento de una generación que no estaba esperando que le tocara su momento de asumir el mando, sino que arañó, mordió y peleó para obtener el mando. Ahora mismo o cuanto antes.
Los protagonistas de esta rebelión vivían por el código que luego The Who convirtió en himno, "espero morir antes de llegar a viejo". Así que nadie de esa generación se preparó para ser un guerrillero canoso y arrugao. Para bien, o para mal, ahí están los Stones enseñando qué hacen los guerrilleros cuando la revolución se ha desvanecido.
La "historia" de los Stones, sus Majestades Satánicas, la Banda de Rock Más Grande del Mundo o, para sus fanáticos, simplemente los "muchachos", no se puede contar en una sucesión de fechas como si fuera el repaso de un examen. Su historia está expresada mejor en el lema con el que celebraron sus 40 años en la música: "los Stones aguantan divorcios, calumnias, copiones, escoria, sexo ilegal, alcohol y drogas".
Para los puristas que simplemente tienen que saber el dato, el grupo debutó en julio de 1962 en el Marquee Jazz Club de Londres. El nombre surgió cuando su fundador, Brian Jones, en un ataque de pánico porque le acababan de confirmar el guiso aunque no tenían nombre, se fijó en la carátula de un disco de su ídolo, el bluesman Muddy Waters, y se apropió del nombre de la canción "Rollin' Stone".
Para enero de 1963, el grupo quedó formado tal y como lo conocemos ahora por el guitarrista Jones, el vocalista Mick Jagger, el guitarrista Keith Richards, el baterista Charlie Watts y el bajista Bill Wyman, quien obtuvo el trabajo, según la leyenda, porque era el único de ellos que poseía un amplificador.
Pero Jones, el fundador melancólico, confundido y, finalmente, trágico, sólo fue el vehículo para que la amistad de Jagger y Richards, que se conocían de toda la vida, se convirtiera en una colaboración creativa de la misma talla de Lennon/McCartney.
Ignorando completamente a Jones, el joven y atrevido manejador de los Stones, Andrew Loog Oldham, convirtió a Jagger y Richards en un equipo de compositores y le dijo a sus protegidos que se olvidaran de los chalequitos de cuero y recortes de niños buenos. Oldham, a propósito, convirtió a los Stones en la antítesis de los Beatles. Mientras que los Fab Four querían tomar tu mano, los Stones querían pasar la noche contigo. "¿Dejarías que tu hija se casara con un Rolling Stones?", fue la campaña de publicidad que ejecutó Oldham.
Y así ambos grupos trazaron su historia, los Beatles concentrándose en ser genios musicales y los "muchachos" grabando la música más visceral, sexual, en carne viva y apocalíptica que podían.
Con la muerte misteriosa de Jones en 1969, los Stones reclutaron a Mick Taylor, después de audicionar hasta a Eric Clapton, para emprender los años de más excelencia creativa y de fabricación de mitos en su carrera. Podían haber desaparecido de la faz de la tierra en 1973, lo que en efecto pasó para el gusto de muchos fanáticos, y todavía tendrían su sitial encumbrado en la historia de la música.
La muerte de Jones ocurrió poco después de la publicación del disco "Beggar's Banquet" (1968), al que le siguieron "Let It Bleed" (1969), "Sticky Fingers" (1971), y "Exile on Main Street" (1972). Si recuerda que actualmente los artistas dejan pasar hasta cuatro o cinco años para sacar producciones regulares o mediocres, pues verá por qué este período creativo de los Stones es insuperable.
Y, en medio de esas producciones, publicaron uno de los mejores discos en vivo de la historia del rock ("Get Your Ya-Ya's Out!"), le pusieron el último clavo al ataúd del "Paz y amor" de los años 60 con el asesinato de un fanático frente a la tarima en el caótico concierto de Altamont, filmaron un documental con Jean Luc Goddard ("Sympathy For The Devil") y estrenaron una de las películas emblemáticas del rock ("Gimme Shelter").
¿Y qué hicieron como segundo acto? Pues básicamente desperdiciar 15 años con producciones regulares llenas de rellenos y giras insípidas. De hecho, los años entre mediados de los 70 y finales de los 80 son, más que un segundo acto, un largo intermedio para el tercer acto, la reinvención que viven actualmente y que se inició con el disco "Steel Wheels" (1989).
Es aquí que los Stones comienzan a romper terreno nuevo y demostrar qué es lo que, bien o mal, hacen los "dioses viejos, casi muertos", como los calificó recientemente un biógrafo. La fórmula es sacar un disco, pasar dos años dándole la vuelta al mundo con súper producciones que tengan lo último en escenografía, luces y sonido, sacar un disco y vídeo en vivo, contar los millones de dólares en ganancias y esperar a que el ciclo comience otra vez.
¿Aburrido? A veces sí y a veces no, pero los únicos que pierden son los que los subestiman porque, si hay algo que han demostrado, es que siguen siendo inimitables, aventureros y, a fuerza del tiempo, se han convertido en inalcanzables. Hay que esperar por lo menos 25 años para que la próxima generación de rockeros demuestre si tienen las agallas de igualar la hazaña de los "muchachos".
Si te consideras un fanático de esta legendaria banda del rock, queremos saber tus experiencias. ¿Has viajado a otros países para ver uno de sus conciertos? ¿Te has colado a alguna presentación para conocerlos en persona? ¿Tienes algún artículo autografiado o de colección?