Hola. Advierto que este post va a ser largo. No soy muy aficionado a meterme en polémicas (y me he metido en bastantes), pero, a la vista de que los ánimos se están calentando, me gustaría poner mi granito de arena para que la cosa no se vaya de las manos, y este foro, que es uno de los mejores que he encontrado, gracias a los Stones, se convierta en otro de esos foros en los que todo el mundo se insulta y demás.
Digo mi granito de arena porque he conocido los dos bandos: en este caso, hoy, en el mundo actual, el bando Occidental y el bando Musulmán.
Yo era un ignorante sobre la cultura islámica (y eso que nací y vivo en Granada, la última ciudad musulmana de Europa) hasta que conocí a mi novia marroquí. Yo, hasta entonces, jamás había sentido curiosidad por el mundo árabe. Para mí, los musulmanes eran una gente que hablaba una lengua muy difícil, que tenían extrañas costumbres y que construyeron una ciudadela (oh, como "Citadel") muy bonita, la Alhambra. A raíz de conocer a mi novia, que era bellísima por fuera y bellísima por dentro, me adentré en su cultura, en su música, en sus costumbres, en sus tradiciones. Ni ella ni yo éramos nada religiosos. Yo era, y sigo siendo, profundamente Nietzscheano y ella era, pues musulmana no practicante, como la mayoría de la gente en España va a las bodas en la iglesia o a los bautizos o a los entierros, pero sin darle más importancia: es la costumbre.
Pero sí, a través de ella, descubrí la profunda sensación de humillación que tienen los países musulmanes en todo el mundo. Mi novia, por ejemplo, apoyaba a Iraq en la primera guerra del golfo. No porque le gustara Saddam Hussein (ella pensaba que era un cerdo), sino porque le parecía humillante, como árabe, que Estados Unidos desplegara todo su potencial armamentístico contra un país (entonces en USA decían que Iraq tenía el cuarto ejército más poderoso de la tierra) que estaba diezmado por la guerra con Irán (guerra que, por cierto, apoyó USA al lado de Iraq). Le dolía enormemente que en Occidente se vieran como si fuese un video-juego los bombardeos nocturnos sobre Bagdad, en los que moría gente inocente, niños, ancianos.
Pero eso, claro, no lo veíamos en las televisiones occidentales. Sólo veíamos en aquel color verde de visión nocturna la precisión de los aviones americanos, la eficacia con la que trabajaban los misiles autodirigidos. Ya digo: como si fuese un video-juego.
En casa teníamos una antena parabólica y ella sintonizaba con los canales árabes. La televisión árabe era completamente diferente: retransmitía, como el 11-M en Madrid, el dolor de la gente, los cuerpos destrozados, las ambulancias, las madres llorando, los niños llorando, los padres llorando.
Muchas veces, mi novia, llena de rabia se echaba a llorar. Ella me traducía lo que decían en árabe y las historias eran espeluznantes. Eso me hizo comprender que, mientras aquí, en Europa, veíamos video-juegos de guerra, allí, en Iraq, eran muertes de verdad y sufrimiento de verdad.
Y que, entre los musulmanes, quien era absolutamente pro-occidental (como mi novia, que se ponía en top less en la playa y llevaba minifalda todo el tiempo) se sentía un poco traicionado viendo cómo España apoyaba a George Bush padre o cómo ninguna democracia alzaba su voz, y todas se ponían al lado de Kuwait, que era una dictadura wahabí, y en contra de Iraq. Mi novia no entendía eso: "¡Pero si Kuwait es peor que Irán!¡Si en Kuwait ni siquiera permiten que entren turistas occidentales! ¿Cómo os ponéis al lado de Kuwait, que son los musulmanes más fascistas del mundo?". Quien era musulmán conservador, se hacía más conservador, y quien era musulmán fanático, se hacía más fanático. Y lo mismo con Arabia Saudí.
Hubo una gran decepción en el mundo musulmán moderado respecto a Europa y Occidente de la misma manera en que hay hoy una gran decepción entre los judíos israelíes que son de izquierdas y que, cuando vienen a Europa, son acusados de matar palestinos o de apropiarse de sus tierras. Gente que, en Israel lucha contra Sharon, que quiere la paz con los palestinos, llega a Europa y es acusada de eso mismo contra lo que ellos luchan.
Esa decepción se convierte en soledad. Y empiezan a ganar terreno los fanáticos. Bin Laden, por un lado, empieza a reclutar a decepcionados con Occidente, a decirles: "¿Véis cómo occidente es una mentira? ¿Véis cómo la democracia es un sistema cobarde, que no sirve? ¿Véis cómo hay que volver al Corán y a las leyes del profeta?". Y como mucha de esa gente no tiene un buen argumento para replicar, como Occidente se está comportando tal y como los fanáticos islamistas dicen que va a comportarse: invadir países para conseguir petróleo, apoyar dictaduras corruptas, dar armas y dinero para que se opriman a los pueblos, pues muchos decepcionados y desencantados con occidente dejan de oponerse a los mensajes más fanáticos.
Pasan los años. Iraq se muere por el embargo internacional. Clinton bombardea una fábrica de medicamentos en Sudán porque alguien ha puesto bombas en las embajadas de Nairobi y Dar el Salam. Los musulmanes de izquierdas, los que quieren ser demócratas, no tienen argumentos contra los fanáticos. Los fanáticos dicen: Occidente ahora hará esto, bombardear una aldea en Irán llena de niños. Y USA hace exactamente eso. Bombardea una aldea cualquiera. Llena de niños. Y Bin Laden, con toda su retórica en árabe, plagada de citas del Corán, de poesía y de metáforas, dice: "Ya os lo dije, ya os lo profeticé". Como si él fuera Mahoma. Y así empieza a tener a millones de musulmanes analfabetos, incultos, apoyándole.
De pronto hay una ola, subvencionada por el dinero de Bin Laden, de islamismo. Pero no en Arabia Saudí, sino en todo el mundo occidental. Musulmanes que viven en Occidente empiezan a escuchar a Bin Laden, a seguirlo, a convertirlo en su héroe. Es un nuevo Adolf Hitler. Y, como Hitler, tiene una retórica impecable. Habla de todos los desagravios que ha sufrido la comunidad (Umma) musulmana, del diablo occidental, que permite la degeneración de las mujeres, la prostitución, el fin del decoro y del respeto a la mujer, la explotación de la mujer como objeto sexual en lugar de ser honrada como se merece, bla, bla, bla.
Pero la comunidad musulmana se lo cree. Chicas como mi novia, que es independiente, lleva el pelo suelto, se pone minifalda y va en top-less a la playa pasan de ser las mujeres que están rompiendo fronteras en favor del feminismo, a ser esclavas y servidoras del diablo occidental, de la corrupción y la prostitución. Traidoras a la "sagrada" causa islámica. Los musulmanes de izquierdas, que leían a Nietzsche, a Marx, ya dejan de ser "musulmanes intelectuales" para convertirse en "infieles" o "no creyentes". Los que abogan por incorporar en sus respectivos países los derechos humanos, la ciencia, el respeto, la tolerancia, ahora son, gracias a los acólitos de Bin Laden, "mercenarios pagados por Occidente para minar el islam", "traidores", "agentes de la CIA o del Mossad" o, simplemente, "malos musulmanes".
El 11-S de Nueva York precipita el resto. De pronto, Occidente interpreta que TODO EL MUNDO MUSULMÁN es el enemigo. Y Bush invade primero Afganistán, con la excusa de los talibanes, y luego arrasa Iraq con la excusa de que Bin Laden y Saddam Hussein son amigos (
?) (Saddam Hussein es completamente laico y dio orden de búsqueda y captura, y si fuese necesario, matar a Bin Laden..... La misma fatwa (orden) había lanzado Bin Laden contra Saddam Hussein).
La guerra de Iraq fue un tremendo, terrible, doloroso error. Hizo que el odio llegase a todas partes. A todas partes. Que ya los musulmanes más pro-occidentales se sientan superdecepcionados con Europa y Occidente, sino que empiecen, realmente, a aborrecerla. Porque no hace nada. No dice nada. No se opone a ese toro cabreado y chulo que es Estados Unidos. Los gobiernos europeos no le plantan cara a Bush ni le dicen "¡Basta ya de estupideces! ¡Basta ya de matar gente inocente!". Alemania y Francia se opusieron y el boicot de la Administración Bush resultó hasta paranóico: ¡Incluso le cambiaron el nombre de tortilla francesa por el de tortilla de la libertad!.
¿Cómo cala eso en el mundo islámico? Pues como una humillación más. Ver cómo Iraq es devastado, como niños y ancianos mueren mientras Bush pone su pierna sobre una mesa y se enciende un puro, o hasta hace bromas de que lo de las armas de destrucción masiva de Iraq fue una mentira que alguien se inventó para invadir Iraq y capturar a Saddam "Because he wanted to kill my daddy" ("porque él quería matar a mi papi") es ofensivo para cualquiera.
Bush no ha hecho más que dar argumentos a Bin Laden para que los más radicales fanáticos del mundo islámico agiten a sus masas y tengan miles de voluntarios para ser asesinos suicidas, y Bin Laden no ha hecho más que dar argumentos para que Bush arrase países, destruya vidas, hogares, familias, historias, sueños...
Resulta que, en pleno siglo XXI, dos mentes absolutamente medievales, fanáticas, demenciales, porque los dos son unos dementes, rigen el destino de nuestros días, de nuestras vidas, de nuestro mañana, de nuestro futuro.
Con Hitler, Alemania estaba dirigida por un demente. Hoy, nuestro mundo está dirigido por dos dementes que juegan a su personal ajedrez. Uno, invadiendo países, desplegando un ejército terrible. El otro, con atentados terroristas. En Madrid, en Casablanca, en Jakarta, en Londres.
El mundo no se merece eso. No se merece La Inquisición de nuevo. No se merece que tengas que preguntarle a alguien si es cristiano, ateo, judío o musulmán para sentarte a su lado y conversar. No se merece que un musulmán tenga que ir avergonzado por la calle por el hecho de ser musulmán, ni que un israelí tenga que pedirle excusas a un palestino por lo que ha hecho el Gobierno de Ariel Sharón. El mundo no se merece que, por unos cuantos locos, todos tengamos que vivir como locos. Ni el mundo se merece que, en su jueguecito de ajedrez de hoy, medio centenar de personas hayan muerto en Londres. Y digo Londres. Y también digo Bagdad. Y digo todos los sitios en los que, a diario, hay víctimas inocentes.
El mundo no se merece a estos locos podridos de millones de dólares que, cuando no tienen nada más con que jugar, juegan a las guerras.
Y las víctimas somos nosotros.
Por eso, porque tuve una novia musulmana que era la cosa más deliciosa del mundo, la que me explicó tantas bellísimas cosas de su cultura, de su música, os pido la paz y la palabra, como decía Blas de Otero.
Los musulmanes auténticos, los de verdad, ahora no pueden hablar, porque la Inquisición de todas partes, como los nazis, acecha.
Pero algún día volverán los musulmanes interesantes, los que construyeron la Alhambra, y hablarán.
Siento haber sido larguísimo. Pero no quería enfrentamientos inútiles sin explicar las posiciones de ambas posturas.
Y como dice una amiga mía que es de Somalia: "Es que todos somos seres humanos".
Una vez más, perdón por haberme metido en política.