...tuve que hacer cacona en medio de una "cita" con una señorita.
Nunca desde que abandoné la pelela tuve que defecar fuera de casa, más allá de alguna cacona tranqui en el laburo (que no fueron más de dos en toda mi vida). Por eso siempre que me platican de episodios de emergencias fecales pienso o que son unos blandos o que comen muy mal. Pero me tocó a mí, finalmente...
Venía de una noche de mucha guitarrita y cerveza y llegaba a una tarde fría y sin saber muy bien cómo se iban a dar las cosas. Café con leche, tostados, papas fritas y luego más cerveza, hasta que en un momento sentí que mi recto ya no podría aguantar mucho más. Era demasiado el esfuerzo para contener la caca licuada, marrón y maloliente. Ella preguntó si sentía frío, al ver mi inquietud.
Y tuve que ir a cagar. Pero no fue un momento de alivio, porque debí redoblar la atención, esta vez para no meter un tremendo batifondo de gases y salpicré. Sabemos que no da salir con la ropa llena de pintitas.
Bueno, era eso. Quería compartir una experiencia única para mí.
