Autor Tema: Bob Dylan en el WTC - Ciudad de México  (Leído 2515 veces)

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Bob Dylan en el WTC - Ciudad de México
« Respuesta #15 on: Mayo 14, 2012, 11:09:59 pm »
Veo que tienen toda la razón, esa parte de a pie es infame, vean este artículo

http://eleconomista.com.mx/entretenimiento/2012/05/13/sombra-dylan

La sombra de Dylan
13 Mayo, 2012 - 21:25Credito:
Concepción Moreno / El Economista

La sombra de Bob Dylan y su banda proyectada sobre el telón de fondo. Eso es todo lo que esta reseñista pudo ver la noche del último viernes en el Pepsi Center. Dos sombras, sobre todo, eran protagónicas: una sombra de pelo alborotado junto a otra con sombrero. Toda la noche estuve preguntándome cuál sería Dylan. Quisiera escribir aquí que Dylan iba con uno de sus legendarios trajes Manuel y que encima de la batería estaba la réplica de su Oscar, como suele ser; quisiera escribir que Dylan hizo tal o cual gesto, que le dio la espalda a la audiencia, que en tal canción alzó la guitarra de modo burlesco, en fin: quisiera poder describirles el concierto como se debe. Pero no puedo.

¿Por qué no puedo, por qué no vi nada? Porque el Pepsi Center, el nuevo recinto de conciertos recién inaugurado en la ciudad de México, es un desastre. Para dimensionar el asunto, le aclaro al lector que mido 1.70, es decir: soy de estatura regular, y estaba parada en la sección posterior del lugar, donde los boletos costaron $600, no muy lejos del escenario. Lo intenté por varias zonas y nada: la sombra de Bob Dylan y su banda fue lo único que pude ver.

EL ROCKSTAR MENOS COMPLACIENTE

Como es cierto que a lo que va uno a un concierto es, sobre todo, a escuchar música, resignada y cansada de estar de puntitas, decidí sentarme en un rincón y disfrutar de la increíble banda de Dylan. En eso el Pepsi Center sí funciona: la música llegó diáfana hasta mi rincón. Diría que la noche se habría salvado con un par de pantallas, pero el periodista Sergio Zurita me sacó de mi error: Dylan no permite pantallas en sus conciertos.

Escuchar a Bob Dylan en vivo es como asistir a la creación de una obra de arte, como estar presente cuando Pollock pintaba o cuando Mozart componía. Cada noche es nuevo, distinto, impredecible. No importa que uno tenga sus canciones completas en el iPod, siempre es una sorpresa.

Uno acaba reconociendo las canciones cuando ya van a la mitad. Así esta reseñista se dio cuenta casi cuando ya iba en la última nota que la primera canción era “Leopard-skin Pill-box Hat” y que la que seguía era “To Ramona”. De botepronto pude reconocer “Things Have Chaged”, “Tangled Up in Blue” y una versión matadora de “Desolatino Row”. “Highway 61” casi se me pasa. “All Along the Watchtower” cerró la noche: Dylan la toca al estilo maniático de Jimmy Hendrix.

Ninguna canción suena como en el disco, ni siquiera “Like a Rolling Stone”, que tocó hacia el final del concierto, justo después de “Ballad of a Thin Man”, en la que Dylan se lució con un solo espectacular de armónica.

Como dice un amigo, se necesita querer mucho a tus canciones y que te importe muy poco la opinión ajena para hacer lo que hace Dylan. El rockstar menos complaciente de todos, citando a Zurita, se dirigió al público solo una vez. Dijo: “Gracias, amigos”, y presentó a su banda. Y bajó el telón. Regresaron a tocar “Blowing in the Wind” y se marcharon casi en punto de las 11.

A pesar de lo poco, digamos, amistoso de Dylan, el público estuvo entusiasmado todo el recital. El hechizo de esa banda superior y de la presencia de Dylan. El rockstar menos complaciente, sí, y también el más importante de todos los tiempos.

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